¿Un amante de la literatura que se declara a favor de los best-sellers? ¡Sacrilegio! ¡Al infierno de Dante con él! Antes de ser lapidado con libros de Federico Moccia, permitidme que me explique:
El mundo de las letras siempre ha tenido un componente elitista que desprecia las obras mayoritariamente leídas, aquellas que ocupan los mejores lugares en las librerías y que suelen tener la conveniente adaptación cinematográfica. Lo que nosotros hacemos, defendemos, no lo sabe apreciar todo el mundo, sólo una minoría de mentes elevadas como la nuestra es capaz de entenderlo.
Reconozco que yo también alimentaba esos prejuicios, hasta que alguien me hizo abrir los ojos.
Gracias a los denostados best-sellers, el negocio es mínimamente rentable y muchos autores desconocidos o minoritarios pueden publicar. Así, un editor cuenta con la opción más segura de lanzar una de estos superventas para poder luego darse el gustazo de apostar por escritores jóvenes, reeditar un clásico o compilar una antología de poemas.
Además, los best-sellers cumplen una función muy importante en la sociedad y apenas apreciada: acercan mucha gente a la lectura, miles de personas que jamás cogerían un libro si no fuera por esas historias previsibles y prefabricadas con un guión común. Quizá algunos de estos lectores masivos den el siguiente paso y se adentren en la verdadera literatura, convirtiéndose en lectores de los escritores elitistas que reniegan de ellos.